Más allá de #metoo: el síntoma que ha emergido discusiones en los sectores creativos

IFACCA - International Federation of Arts Councils and Culture Agencies,
15 December 2017, International

En octubre de 2017, dos artículos publicados en el New York Times sobre el comportamiento de Harvey Weinstein con numerosas actrices atrajeron una atención sin precedentes hacia el acoso sexual en todo el mundo. La campaña subsiguiente, #metoo, arrasó en Twitter y Facebook y ya en el mismo mes de octubre había llegado a 85 países, con más de 1,7 millones de tuits y millones de publicaciones en Facebook, lo que provocó que agencias gubernamentales y entidades de todo el mundo revisasen sus políticas de igualdad de género y acoso sexual.

Lo que no se sabía tanto en aquel momento era que “me too” (sin etiqueta) existe desde hace más de diez años como un movimiento de base que trabaja con sobrevivientes de agresiones sexuales en comunidades desfavorecidas y denuncia el acoso que sufren las mujeres de minorías. La atención que se prestó a las víctimas de Harvey Weinstein sacó a la luz lo que millones de mujeres y de hombres han experimentado en sus lugares de trabajo en todo el mundo. Diversos países tienen marcos legales pero se estima que 424 millones de mujeres en edad laboral, incluyendo a 235 millones de trabajadoras activas, carecen de protección legal frente al acoso sexual en el trabajo.

En mayo de 2017, la responsable de investigación de la FICAAC, Annamari Laaksonen, realizó una ponencia en el seminario “Género y políticas culturales” en la 2ª Cumbre de la Cultura de Ciudades y Gobiernos Locales Unidos (CGLU): Compromiso y acciones por la cultura en ciudades sostenibles. La ponencia de la FICAAC se centraba en el análisis de las noticias de política cultural, recientes estudios de política cultural, políticas de igualdad de género en las instituciones miembro de la FICAAC y en la representación de la mujer en la toma decisiones en materia de política cultural (tanto en la planificación como en la recepción de las políticas). Los ponentes y el público, —incluyendo la relatora especial de la ONU para derechos culturales, Karima Bennoune—, concordaron en señalar que la (falta de) igualdad de género es uno de los temas más urgentes en políticas culturales, así como en la práctica de las artes y de la cultura. El informe de Karima Bennoune de 2017 muestra que el fundamentalismo religioso y el conservadurismo cultural afectan a los derechos de las mujeres, incluyendo los derechos culturales y el derecho de las mujeres a participar en la vida política, social y cultural.

La FICAAC ha venido recogiendo noticias sobre recursos y políticas culturales desde 2001. Inicialmente planteada como una pequeña base de datos vinculada a los Informes D’Art de la FICAAC, la base de datos cuenta ahora con más de 45.000 recursos de todo el espectro de la política cultural clasificados en 49 categorías distintas. Hasta octubre de 2017, “género” era uno de los temas menos presentes en las noticias de política cultural, sólo un poco por encima de “gente mayor”. El acoso sexual en las artes ha sido escasamente tratado en nuestros temas de noticias. Desde octubre, la cruda realidad ha salido a la luz y las artes y la cultura es uno de los sectores que registra incidentes de acoso, malas prácticas y discriminación. El acoso sexual en las artes se ha ganado hasta una etiqueta propia, #notSurprised, que han utilizado más de 7.000 artistas en todo el mundo.

El informe Mujeres que hacen música de 2017 reveló que el 78% de las mujeres en el mundo de la música han experimentado discriminación sexista. En noviembre, 456 actores de teatro en Suecia compartieron sus historias de acoso sexual en el teatro. En España, 1.000 actrices firmaron un manifiesto que denunciaba el acoso sexual en su profesión. Laetitia Ky, una artista de Costa de Marfil hizo una poderosa declaración #metoo usando su cabello. Se están denunciando abusos y acoso en el sector de las artes y de la cultura en diversos países como Irlanda, el Reino Unido, Noruega, Nigeria, Finlandia, Canadá, Australia, Uganda, Japón, entre otros.

El acoso sexual es un problema apremiante en las artes y la cultura pero el problema está profundamente enraizado en el abuso de poder y la discriminación. Las noticias y estudios de política cultural muestran el problema constante de la representación y la visibilidad. Las mujeres consumen bienes y servicios culturales en mayor medida que los hombres (los hombres consumen y asisten a espectáculos deportivos más que las mujeres), pero el papel de las mujeres como artistas, profesionales en procesos de toma de decisiones políticas y como productoras es desigual. La industria del cine ofrece algunos de los ejemplos más prolíficos. Según un reciente estudio, entre 2007 y 2016, sólo el 4% de los directores en Estados Unidos eran mujeres y el 80% consiguió hacer sólo una película. En 2016, sólo el 27% de los diálogos en las películas más taquilleras estaban en boca de mujeres. La infrarrepresentación de las mujeres se extiende a otras disciplinas: en la Bienal de Venecia 2016, el 35% de los artistas participantes eran mujeres. Sólo el 14% de los premios literarios en España se otorgan a mujeres. En noviembre de 2017, 42 autoras colombianas firmaron un manifiesto para protestar contra la exclusión de escritoras en una muestra de literatura colombiana en París. Guerrilla Girls, un grupo de mujeres artistas que combaten el sexismo y el racismo en el mundo de las artes, presentan datos alarmantes sobre la discrepancia entre el número de obras de artistas mujeres presentes en los museos y el uso del cuerpo femenino desnudo como artefacto.

No causa sorpresa descubrir, por tanto, que entre los profesionales a tiempo completo en las artes las mujeres ganan menos que los hombres al mismo nivel de responsabilidad. En diversos países (Australia, Reino Unido) hay constancia de que la brecha salarial en el sector de las artes es mayor que en cualquier otro sector. En artes visuales, solo cinco mujeres formaron la lista de los 100 mejores artistas por valor de acción acumulada entre 2011-2016 y el arte realizado por mujeres vende casi un 50% menos. Las autoras son menos visibles en la literatura, las arquitectas menos empleadas que los arquitectos y las mujeres tienen menos visibilidad en la industria de la música. La autora de la colección Harry Potter, J.K.Rowling, reconoce que usó solamente sus iniciales al principio de su carrera porque era consciente de que los chicos difícilmente leerían libros escritos por mujeres.

La OECD reconoce que la igualdad de género debería ser central en todas las políticas, incluyendo las políticas culturales.

Las mujeres juegan a menudo un papel decisivo en la sociedad y en la preservación de las artes y de las tradiciones culturales, sea en la preservación del patrimonio musical (Camboya), en el uso por parte de mujeres indígenas de tradiciones culturales para el desarrollo comunitario (Bolivia), mujeres en posiciones de liderazgo (Nueva Zelanda), el movimiento de #metoo enviando ondas de choque a través de la sociedad sueca, las autoras africanas que todos deberíamos leer o como modelos a seguir por los descendientes de africanos de América Latina. Existen muchas iniciativas positivas pero queda todavía mucho por recorrer en el viaje hacia la igualdad de género. Las mujeres —y los hombres— en las artes están haciendo oír su voz y eso nos anima a pensar que se traducirá en un cambio positivo y duradero.