In the fast-evolving digital age, generative artificial intelligence (AI) has emerged as a transformative force, presenting new opportunities for creativity, but also raising critical questions about the future of art and the role of human artists. Artists and designers are embracing AI-generated art and aesthetics, blurring the lines between human and machine. In Brazil, a recent a car ad which resurrected a treasured Brazilian musician who unexpectedly died in 1982 has generated much debate over the ethics of AI and its impact on the music industry. However, this is also exposing the technology’s inbuilt biases and misrepresentations.
The rise of AI-generated art has also sparked a backlash, with some artists actively fighting against the dominance of AI in the art world. Hollywood actors and writers unions are jointly striking since for the first time since 1960, calling for better wages (87 percent of unionised actors currently earn less than USD 26,000) and regulations on studios’ use of AI. The call for protections and legal remedies for creators to ensure their rights are protected when their works are used in generative AI training has also been loud and clear. The Writers’ Union of Canada, representing 2,300 members, recently sent a letter to Parliament requesting copyright law protections for Canadian authors against generative AI services, while US authors have taken the matter to court. Another concern is the the extent of big media giants’ companies’ embrace of AI, as the recent news about Netflix’s USD 900,000 package for a single AI product manager has shown.
Back in November 2021, UNESCO produced the first-ever global standard on AI ethics – the Recommendation on the Ethics of Artificial Intelligence, which has been adopted by all 193 Member States and steadfastly acknowledges the essential role of human oversight in AI systems.
As AI's influence continues to grow, it is attracting the attention of legislators worldwide as the 2023 AI Index Report released by the Stanford Institute for Human-Centered Artificial Intelligence reveals. African governments are developing regulations to ramp up the adoption of AI, which could help combat poverty and unemployment. A recent report projects that AI could expand Africa's economy by a staggering USD 1.5 trillion. While regulations differ, they all aim to address ethical considerations such as data privacy, bias, and transparency. Similarly, in Latin America, Argentina, Brazil, Chile, Colombia, Mexico, Peru and Uruguay have all either formulated or are developing an AI strategy, according to the OECD’s Observatory of Public Innovation.
A key area of legislation related to AI's impact on arts and culture are copyright and intellectual property (IP) laws. In India, for example, the existing Copyrights Act safeguards tangible forms of creative expression but does not extend to safeguarding the ideas underlying such creations. This nuance requires careful navigation when contemplating the inclusion of AI-generated content within its copyright legislation. Last month, the U.S. Senate Committee on the Judiciary’s Subcommittee on Intellectual Property held its second hearing on AI and IP, with senators focusing the thorny issue of balancing innovation in AI with creators’ rights. Key issues discussed include licensing for training, fair use (which focuses on determining the legality of using creators' works in training sets and subsequent outputs) and consumer disclosures about AI-generated versus human-generated content. Conversely, Japan has affirmed that employing datasets to train AI models does not constitute a breach of copyright regulations. This ruling implies that those instructing the models can amass openly accessible data without the necessity of obtaining licenses or seeking consent from the data proprietors.
Meanwhile, the European Union is considering far-reaching legislation on artificial intelligence (AI). The proposed Artificial Intelligence Act would classify AI systems by risk and mandate various development and use requirements. While European lawmakers agreed to more stringent amendments in June 2023, European companies are concerned about its impact on competitiveness and technological sovereignty. Striking a balance between leveraging AI as a tool for creativity and preserving artistic integrity remains an ongoing challenge for the sector.
While AI's influence on the cultural and creative sectors is undeniable, what is clearly emerging as essential is for stakeholders to collaborate and establish ethical and legislative frameworks that protect the rights of artists while fostering an environment that nurtures creativity and inclusivity in the digital age.
Read the Full Newsletter
Subscribe to ACORNS newsletters
Preservar la integridad artística en la era de la inteligencia artificial
La era digital evoluciona rápidamente y la inteligencia artificial generativa (IA) se ha erigido en una fuerza transformadora que presenta nuevas oportunidades para la creatividad, a la vez que plantea temas fundamentales sobre el futuro del arte y el papel de los/as artistas humanos/as. Artistas y diseñadores/as están adoptando el arte y la estética generados por inteligencia artificial, difuminando los contornos entre la humanidad y las máquinas. En Brasil, un reciente anuncio de automóviles resucitó a un queridísimo músico brasileño que murió inesperadamente en 1982 y generó un amplio debate sobre la ética de la IA y su impacto en la industria musical, además de exponer los sesgos y distorsiones que subyacen a esta tecnología.
El auge del arte generado por IA también ha generado resistencias y artistas están luchando activamente contra la dominancia de la IA en el mundo del arte. Los actores y actrices de Hollywood y los sindicatos de guionistas están en huelga conjunta por primera vez desde 1960, en demanda de sueldos más altos (el 87% de actores y actrices ganan menos de 26.000 dólares estadounidenses al año) y de nuevas reglas sobre cómo los estudios usarán la IA. El llamado de los/as creadores/as a proteger legalmente sus derechos y legislar sobre el uso de su obra cuando se usa para el aprendizaje de los modelos de IA ha sido alto y claro. La Unión de Escritores/as de Canadá, que representa a 2.300 miembros, acaba de enviar una carta al Parlamento solicitando protección al amparo de la ley de derechos de autor para los/as autores/as respecto al uso de servicios de IA, mientras que los/as autores/as de Estados Unidos han llevado el tema a los tribunales. Otro problema es la adopción de la IA entre los gigantes de los medios de comunicación, a raíz de la noticia que Netflix pagaría 900.000 dólares a su futuro responsable de productos de IA.
En noviembre de 2021, la UNESCO publicó su primer instrumento normativo global sobre la ética de IA, la Recomendación sobre la ética de la inteligencia artificial, adoptado por los 193 Estados miembros, que constituye un firme reconocimiento del papel fundamental de la supervisión humana en los sistemas de inteligencia artificial. La expansión de la IA está atrayendo la atención de los legisladores de todo el mundo, como revela el Informe 2023 de índice de inteligencia artificial del Instituto Stanford por la IA centrada en las personas de la Universidad de Stanford. Diversos gobiernos africanos están desarrollando normativas para acelerar la adopción de la IA, que podría ayudar a combatir la pobreza y el desempleo. Un reciente informe estima que la IA podría expandir la economía africana en un billón y medio de dólares estadounidenses. Aunque las normativas son diferentes, todas abordan consideraciones sobre la privacidad de los datos, los sesgos, y la transparencia. En Latinoamérica, Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú y Uruguay también han formulado o están desarrollando estrategias de IA, según el Observatorio de innovación pública de la OECD.
Un área legislativa clave relacionada con el impacto de la IA en las artes y la cultura son las leyes de derechos de autor y propiedad intelectual. En India, por ejemplo, la vigente Ley de Derechos de Autor ampara las formas tangibles de la expresión cultural pero no contempla salvaguardas para las ideas subyacentes a los productos de la creatividad. Este matiz es importante cuando se contempla la inclusión de contenidos generados por IA en la legislación de derechos de autor. El mes pasado, el Comité del Senado de los Estados Unidos sobre el Subcomité del Poder Judicial sobre propiedad intelectual celebró su segunda audiencia sobre IA y propiedad intelectual, y los senadores se concentraron en la espinosa cuestión del equilibrio entre la innovación en IA y los derechos de los/as creadores/as. Entre los temas abordados figuran las licencias para el aprendizaje, el uso justo (que determina la legalidad de usar las obras creativas en sistemas de aprendizaje y los productos resultantes) y en la información al consumidor sobre los contenidos generados por IA o por las personas. En cambio, Japón acaba de afirmar que usar bases de datos para el aprendizaje de modelos de IA no contraviene los derechos de autor. Esta decisión supone que los/as formadores de modelos pueden amasar los datos de acceso público que quieran sin necesidad de obtener licencias o autorización de los propietarios de los datos.
Mientras tanto, la Unión Europea está considerando una legislación de largo alcance sobre la inteligencia artificial. El Proyecto de Ley de Inteligencia Artificial clasificaría los sistemas de IA por grado de riesgo y haría obligatorios diversos requisitos de desarrollo y uso. Mientras que los legisladores europeos acordaron enmiendas más estrictas en junio de 2023, a las empresas europeas les preocupa los efectos de la ley en la competitividad y la soberanía tecnológica. El equilibrio entre el uso de la IA como herramienta de creatividad y el mantenimiento de la integridad artística continúa siendo el principal reto para el sector.
Aunque la influencia de la IA en los sectores culturales y creativos es innegable, se está viendo claramente que los distintos actores deben colaborar y establecer marcos éticos y legislativos que protejan los derechos de los/as artistas y, a la vez, promuevan un entorno propicio para la creatividad y la inclusividad en la era digital.